
Con Los disfraces del fuego he abordado una obsesión creativa que todavía no me deja tranquilo: el silencio y su relación con la vida y la muerte. El libro tiene como guía emotiva la música del compositor estonio Arvo Pärt, ya que cada una de sus cuatro secciones tiene una indicación musical para el lector.
Los poemas parten de la creencia de que la muerte es el modo de volver al silencio del cual provenimos, y de que en el mundo físico todos somos variaciones, disfraces, de un fuego anterior.
Según Eva Castañeda, “Los disfraces del fuego es un libro atípico en la actual poesía mexicana escrita por jóvenes, si consideramos que el grueso de la producción poética apuesta a lo vertiginoso y al ruido en la página porque esa es la tendencia”. Coincidiendo con ello, Jorge Ortega afirma que el libro “significa una grata excepción a la regla y una garantía de resistencia del temperamento poético a la dictadura de la moda en curso”.
Con un jurado conformado por los poetas Jorge Esquinca, Luis Armenta Malpica y Carmen Villoro, Los disfraces del fuego fue ganador del premio regional de poesía Rodulfo Figueroa 2014, dado por el Estado de Chiapas en México. Fue publicado el año siguiente en Ediciones Atrasalante.
Ese mismo año, el poeta Margarito Cuellar incluyó Los disfraces del fuego en la lista de mejores libros del 2015 del periódico El Norte, de Monterrey.
Relámpago extasiado entre dos noches,
pez que nada entre nubes vespertinas,
palpitación del brillo, memoria aprisionada,
tembloroso nenúfar sobre la oscura nada,
sueño frente a la sombra: eso somos.
Vicente Gerbasi
Tintinnabuli
La presente sección debe leerse escuchando
Für Alina, de Arvo Pärt
Quiero jugar a herirte, mi silencio.
Quiero jugar a que te arrojo piedras,
a que te aviento pájaros y peces,
todo lo que vuela
y que te rompes, te cuarteas
y caen tus pedazos solamente en ti,
y los recojo y te miro
entero como siempre,
sin que te falte nada.
❧
Si te repites tú, silencio,
si te ecas,
¿Qué ritmo se hace luz?
¿Qué dices cuando danzas
en los ojos de los ciegos,
en el andar del sordo,
en nuestra muerte?
¿Qué respondes?
❧
Salgo de ti, Silencio,
para buscar tu ritmo y tus repeticiones,
para guardar tu rostro
y tu temperatura
Lleno de ti mis ojos,
mis pulmones.
Toda mi lengua sabe a ti, Silencio,
mi saliva metálica, mi voz de nube,
nuestro aroma.
Un vidrio roto me conduce a ti,
a un barco ciego, a una despierta estancia.
Salgo de ti, Silencio.
Pero ¿qué cosa no?
❧
Vuelto hacia ti, Silencio,
vas llenándonos las venas
de transparentes pájaros.
Tu vuelo subterráneo nos hermana.
Algo se rompe,
pero no eres tú.
❧
Los disfraces del fuego
Tabula Rasa, Arvo Pärt
Todos los ríos van hacia el mar, pero el mar no se llena. Al lugar donde los ríos fluyen, allí vuelven a fluir. Todas las cosas son fatigosas, el hombre no puede expresarlas. No se sacia el ojo de ver, ni se cansa el oído de oír. Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el sol. ¿Hay algo de que se pueda decir: “Mira, esto es nuevo?” Ya existía en los siglos que nos precedieron. No hay memoria de las cosas primeras. Ni tampoco de las postreras que sucederán; no habrá memoria de ellas entre los que vendrán después.
Eclesiastés I, 7-11
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.
Jorge Luis Borges
La desnudez también es un disfraz.
Un pájaro desnudo es un caracol que sueña.
La música desnuda es un reflejo
en un charco que no observa nadie.
La claridad desnuda es una niña sin brazos.
La oscuridad desnuda no es la paz, sino su rostro.
Un árbol desnudo son tres pájaros y el fuego que los dora.
Una parvada ya desnuda es una nube.
Una mujer desnuda es su disfraz.
La soledad desnuda es un animal insomne.
Una verdad desnuda es un montón de huesos.
❧
Ecos
Mordida por su edad
mi abuela le habla al anterior
que la vio por mis ojos:
¿No te dolió jamás
dejarme así, con cinco niños?
¿No nos pensabas nunca?
Me siento culpable del silencio
que mi rostro, antes de mí, guardó
pero le aclaro: amor, yo soy tu nieto,
el primer hijo de tu hijo menor,
soy el que vive lejos.
Ya decía yo, me dice, que no tenía sentido
que yo fuera una vieja
y tú siguieras igual.
Me abraza con alivio,
como si esa conversación
entre nosotros
acabara
pero sucederá, como es costumbre,
la siguiente vez que nos veamos.
❧
Del placer
[…] la palabra placer abarca realidades
contradictorias, comporta a la vez las nociones
de tibieza, dulzura, intimidad de los cuerpos, y
las de violencia, agonía y grito.
Margarite Yourcenar
Como el sonido a la cuerda,
tensa el placer la mano
de quien sostiene un filo.
Tensa el placer la mano
del que asfixia:
abre el placer la boca.
Abre el placer la boca,
dice nombres, dice
misas negras:
abre el placer los ojos
que miran un cadáver
abre el placer los ojos
y nos mira, oscuras bestias,
abandonándonos a todo
lo que abre.
❧
Balada sin principio
El relámpago, al surgir
muestra las venas del cielo.
Muchacha nueva, revela
tus arterias: son el cantar
de las repeticiones: trazo del agua
y del andar de las hormigas
sobre futuras grietas.
Muchacha nueva,
en tus muñecas danzan
el relámpago, la rama,
el dibujo del río,
el desierto y sus venas,
las líneas de la piel,
la lengua seca.
(Todo arquetipo es el inicio de una repetición,
el nacimiento de un eco.)
Muchacha nueva, mírate:
aconteces.
La dura miel es luminosa
como el ámbar,
dulce como la luz. Callada es la manera
en que la sangre sube
y amaneces
o te ocasas.
Tus pies son del sabor de cierto acorde triste
tocado por las manos de una niña negra
en un piano ficticio, una tarde sin luna.
Tu voz, lento acertijo,
es inexacta como el ojo de los viejos,
total como desesperanza.
Tu silencio es un pez
cortando la negrura,
un lagarto en la noche,
una mujer sonámbula.
Tu nuca es una danza, reflejo
de sí misma.
❧
¿Detrás de la belleza, Corazón, qué rostro vive?
Belleza no es disfraz
sino algoritmo, operación
del cosmos. Interfaz entre mis manos y
lo que has perdido, Corazón, lo que buscamos.
Belleza es la evidencia de un lugar
anterior al nacimiento y posterior a la muerte.
La cuerda tensa entre un silencio y otro.
La belleza, Corazón, es trascendencia palpable. Es el disfraz
más fugitivo de lo eterno.
Belleza son los cardos inocentes
bajo la lluvia anciana,
belleza el monte, los cometas,
la galaxia,
tu piel de piel pretérita y futura,
belleza es tu disfraz,
tu máscara de ahora.
Declaración de amor
En tu cuerpo está el placer
como en el cuchillo la muerte.
Eres directa y sola, simple
como tu arquetipo
y sin embargo
nueva.
Tu numerosa piel
estuvo en el espejo
de todos los que fuimos,
de los que ya serán.
Y sin embargo, Corazón
hoy no hay tristeza
en nuestra repetida fuga:
esta ilusión de novedad nos basta.
❧
Réquiem
Como la primera, la presente sección de este libro
debe leerse escuchando Für Alina, de Arvo Pärt
Nace una flor
a los pies del ahorcado.
Cierta y serena, la flor
se adentra y se prolonga en el silencio
donde que nace y nos unifica.
Muerte,
nos regresas al lugar del no-sonido,
nos ocupas desde dentro de tu tiempo
del tic tac del corazón
hasta el espacio porque eres, muerte mía,
el silencio entre los dos latidos.
❧
No eres nuestra, Muerte, no eres nuestra.
Son de ti nuestra amargura y calma,
somos tuyos.
Desnudadora
nos quitas los disfraces.
Abres la puerta del reloj en nuestro pecho
y una gaviota
se regresa al mar.
Su canto no hace ruido.
¿Adónde me regresas, muerte mía?
❧
¿Adónde me regresas?
Yo estuve en un silencio
antes de los disfraces
y ahora surges, Muerte,
con tu andar de pez,
tu canto de sonámbulo,
tu luz de girasoles en una habitación oscura.
Me surges toda y tú también
tienes disfraces: arcos de luz,
de iglesia y cementerio.
Tus rostros son el mar
la mano del suicida
la voz del asesino
el accidente y el amor
la enfermedad
el vino de los otros y su muerte ajena
dentro de nosotros, como la voz
los que no nacieron,
la voz de las palomas
transparentes
como el hambre o la sed
como el disfraz del fuego,
como el cuerpo
que parece no morir.
Tus rostros, muerte mía, son también
el mar de las repeticiones.
❧
En la hermosura, corazón, en la hermosura está la muerte ardiendo. De nosotros a los cuerpos el deseo cabalga y de los cuerpos, desde dentro de los cuerpos a nosotros, la muerte está mirando, mirando y avanzando,
pájaro de aire.
Llenas de muerte la manzana fresca
y la muchacha desnudada. Llenos de muerte
los muslos del muchacho, la piel de los que sudan,
los disfraces del fuego.
Llena de muerte toda la belleza.
❧
Lleno de ti, mi muerte,
siento en mis venas
transparentes pájaros.
Tu vuelo subterráneo me sujeta.
Algo se rompe,
pero no eres tú.
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